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miércoles, 19 de enero de 2011

Tiempo.

Ya pasaron las fiestas: "Hasta San Antón las Pascuas son". Y con un ratito más de luz solar parece que mi melatonina me va sacando de una especie de estupidez en forma de letargo (alguien dirá que ese es mi estado perpetuo).
No pienso comentar nada de la Ley Antitabaco, de los controladores, de la subasta de Deuda del Estado, de la destrucción de empleo y lo que es peor empresas. Tampoco del sistema de traducción simultanea de nuestro Senado ni de la pérdida de prestaciones de los parados de larga duración.




Tiempo. Hoy ha venido a casa una amiga de Javier y están enfrascados en sus libros de colorear entre cerros de lápices y ceras de colores ( ¡son afortunados algunos niños! otros no tienen ni eso). 

Y como están tan a lo suyo, yo tengo un poco de tiempo. Y como desde la cocina se les puede echar un ojo y un oído, a provecho y preparo almuerzo para dos para dos días.

Voy en tiempo real: Chuletas de aguja de cerdo encebolladas y Guiso de patatas con pollo.

El detalle o curiosidad: como nunca sabemos cuando las vamos a utilizar, las chuletas acaban congeladas con lo que las compramos directamente congeladas que son más económicas. Y el pollo, restos de asado.

La amiga de Javier se ha ido. Él ha entrado en la cocina y se acaba de adjudicar a una cena de patatas guisadas con pollo bajo el argumento "claro como yo almuerzo en el cole, vosotros os coméis esto solos".

Tiempo total de preparación incluidas cocciones menos de 45 minutos (los dos platos, que suponen dos almuerzos).


En seguida me pongo con las recetas que nos vamos un ratito con el patinete.

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