A la hora de ahorrar, una buena medida es “reciclar” los restos de comidas: canelones o lasaña con restos de carne o pescado, que también podrían ir a parar al aderezo de una ensalada, y trucos mil que nos enseñaron nuestros mayores; al menos en mi caso.
Aún hoy, sigo oyendo por las mañanas, en esas mañanas grises, lluviosas, frías de este nuestro enero; “Hace día de migas”. Plato que de pequeño se hacía con los restos del pan de varios días. Hoy el “pan para migas” te lo venden hasta cortadito. A este guiso de pan le acompañan ajos, chorizo, morcilla y tocino (panceta); ingredientes que siempre había en la despensa (ó el frigorífico).
Se comienza por freír, en no mucho aceite (el fondo del perol) los ajos enteros y abundantes, que se retiran del fuego antes de que se doren y revienten. A continuación se fríen por tandas y se retiran: el chorizo, la morcilla y la panceta.
En el mismo aceite se echa el pan y comienza la labor: mover sin parar hasta que el pan se suelte y se dore quedando húmedo y jugoso en el interior. El secreto: fuego moderado a fuerte y no parar de revolver. Poco antes de terminar se añaden el reto de los ingredientes fritos y se revuelven con las migas.
Se acompaña de naranja, al natural o aliñada con una poquita de cebolla y aceite de oliva; aceitunas al gusto, pimientos fritos, sardinas… y a mí me gusta también con trozos de piña. (En la imagen elaboración para dos raciones, pequeñas.)
¡Qué buen día se nos ha puesto!
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